Estoy leyendo La noche de los tiempos, el úlimo libro publicado por Antonio Muñoz Molina. Decidí leerlo porque hay escritores, o directores de cine o fotógrafos a los que hay que leer, ver sus películas o sus fotografías siempre, indiscriminadamente. No sin crítica, al contrario, criticando para absorber todo aquello que nos pueden ofrecer. En cualquier caso mi acercamiento a este libro tuvo un doble interés: el propio autor, como digo, y el hecho de que el protagonista sea el arquitecto director de las obras de la Ciudad Universitaria, un tal Ignacio Abel en la ficción de Muñoz Molina.
Leo así, en un pasaje del libro, que este arquitecto viaja con su amante en su vehículo, enciende la radio y siente la felicidad maquinista de vivir en un tiempo en el que la belleza de un automóvil es elevada a poesía por sus coetáneos y por él mismo. "Tenía la suerte de haberse hecho adulto en una época de máquinas extraordinarias, más hermosas que las estatuas de la Antigüedad, más increíbles que los prodigios de los cuentos...". Y es en este momento en el que recuerdo un librito que compré hace algunos años, como estudiante, que tenía el extraño y sugestivo título de "ACTAR. Discriminación entre las Formas de QUIETUD y las Formas de MOVIMIENTO en la CONSTRUCCIÓN", y que escribió el arquitecto catalán Nicolau María Rubió i Tudurí en 1931, a los cuarenta años de edad. Se publicó primero en francés, a cuenta del propio autor y posteriormente, ese mismo 1931, se editó en catalán en el número 75 de la Revista de Catalunya. El libro es una contestación, desde el punto de vista de un arquitecto moderno pero con raíces en la arquitectura local, a los manifiestos de la época que, sobre todo Le Corbusier, estaba publicando y comenzaban a asumirse casi como catecismos, creando un manierismo maquinista que estaba alejando al movimiento moderno de sus pretensiones de una arquitectura despojada de formas aleatorias y al mero servicio de la función.
El libro tiene el doble encanto de estar publicado (el mío es una edición barata pero muy cuidada del Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Murcia de 1984) a la manera de los manifiestos de las vanguardias, en sus formas y en su fondo, con una prosa incisiva, agresiva, que contesta desde el racionalismo local arquitectónico y pone en tela de juicio el, a mi parecer, arrogante carácter de los escritos de Le Corbusier. En descargo del gran arquitecto suizo (que no francés, pese a su chauvinismo) hay que decir que escribió de este librito que, además de los suyos, era el único que leía sobre arquitectura. Y eso, viniendo de quien venía, es ya decir mucho.
Está claro que los modernos sabían aprender de las críticas, siempre que las críticas fueran inteligentes. Y eso, aparentemente, es algo que también se perdió con el tiempo, como la modernidad.
ACTAR. Discriminación entre las Formas de QUIETUD y las Formas de MOVIMIENTO en la CONSTRUCCIÓN
Nicolau María Rubió i Tudurí
Comisión de Cultura del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Murcia / Galería-Librería Yerba / Consejería de Cultura y Educación de la Comunidad Autónoma, Murcia 1984
ISBN 84-500-9684-7
Está claro que los modernos sabían aprender de las críticas, siempre que las críticas fueran inteligentes. Y eso, aparentemente, es algo que también se perdió con el tiempo, como la modernidad.
ACTAR. Discriminación entre las Formas de QUIETUD y las Formas de MOVIMIENTO en la CONSTRUCCIÓN
Nicolau María Rubió i Tudurí
Comisión de Cultura del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Murcia / Galería-Librería Yerba / Consejería de Cultura y Educación de la Comunidad Autónoma, Murcia 1984
ISBN 84-500-9684-7
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