casi invisible



2010/12/10

un cuento chino: la increíble (pero real) historia del niño huevo

Mi amigo Héctor lleva ya casi dos años en China. Nos conocimos en una clase de doctorado, Arquitectura y Cine, se llamaba. En las clases de Doctorado se suele ir muy por libre, pero un tema de trabajo que compartía dos figuras que nos interesaban y de las que teníamos informaciones complementarias (Chris Marker y Andrei Tarkovski) hizo que nos conociésemos alrededor de unas cañas, que es como se hacen los amigos. Luego resultó que había terceras personas que también nos unían, pero eso sería otra historia.
Lo cierto es que por aquel entonces él ya tenía un plan. Estudiaba Chino y tenía pensado marcharse a hacer las Américas a China, así, a lo loco, que es la única manera de hacer las cosas de verdad. Durante este tiempo casi no hemos hablado, pero de vez en cuando nos hemos escrito algún mail, y el otro día me contó la aventura de un compañero del estudio en el que está trabajando, también arquitecto, que estaba siendo protagonista involuntario de una de las historias que pasan en China, pero que en realidad podrían pasar en otros muchos sitios (y si no que se lo pregunten a Santiago Cirugeda).

 Resulta que su amigo, como proyecto fin de carrera, ha decidido hacerse una casa móvil, basándose en la idea de que la ejecución de este tipo de viviendas casi autosuficientes, puede suponer un ahorro para los ciudadanos que no puedan pagar un alquiler o comprarse una casa. Para ello ha pedido un crédito de unos 750 euros al cambio, lo que para un estudiante chino de provincias (su familia trabaja en el campo) es una fortuna. Al margen del valor para hacer algo así, valor que nos falta a muchos en lugares más confortables y económicamente más asentados del mundo, está el hecho de que el proyecto ha sido ideado y ejecutado completamente por él, con ayuda únicamente de sus amigos y familia. El objeto en sí mismo es algo que recuerda a las construcciones de Frederick Kiesler en los años 30’s, una especie de huevo sobre una pequeña plataforma que alberga lo estricto para la vida nómada: una cama, un suelo, luz. El invento es autosuficiente, con una pequeña placa solar adherida a la parte superior, y está recubierto exteriormente por una capa aislante de saquitos de semillas, que lo harán convertirse en una especie de colina de césped móvil. Las imágenes de su construcción y el aspecto, tanto interior como exterior, son muy interesantes. Recuerda a los akaris, esas lámparas japonesas de estructura de madera y pantalla de papel de arroz, cuyo material fundamental es la luz. Algo muy parecido ha conseguido este chico, que con esas se ha instalado en una explanada junto a su trabajo, y se ha propuesto vivir en ese lugar hasta ahora mismo, a pesar del frío que ya hace en esa parte de China.

Me cuenta Héctor que las autoridades no han visto con buenos ojos la iniciativa, por las razones por las que las autoridades de todos los países no ven esas iniciativas con buenos ojos (volvamos a Cirugeda), así que se han puesto a perseguir los movimientos del huevo andante y están tratando de destruirlo. Para evitar que, una vez más, en nombre del orden se destruyan cosas hermosas, los amigos del Niño-Huevo se han movilizado. Han llamado a los medios de comunicación y, finalmente, se ha escondido el huevo-vivienda en algún lugar seguro. Además han publicado en Internet, esa herramienta que lo mismo sirve para que te controlen los movimientos de la tarjeta de crédito que para dar a conocer las pequeñas creaciones de cualquier rincón del mundo, un blog (http://news.qq.com/a/20101202/001292.htm#p=1) en el que se describe todo el proceso constructivo completo. También adjunto la noticia según ha aparecido en la web
http://english.people.com.cn/90001/90782/7217603.html
http://www.whatsonxiamen.com/news16108.html

Merece la pena verlo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

siempre me dejas boquiabierto.... y me miro al espejo y digo este besugo debe raccionar.

acojonante
(perdón se puede blasfemar en este blog, espero que no lo censuren.

no es el niño huevo es el colega que le ha hechado unos huevos, los que nos faltan a los que nos hemos acomodado a la sopa boba y verlas venir.

Anónimo dijo...

Esta "casa" me ha descubierto un nuevo filón de sorpresa que creí agotado.
Además, ahí creo que late una buena historia de una entrañable amistad.

Asombrado quedo con la originalidad de Héctor y con tus palabras, Carlos.

Gracias.